Existe entre las ciudades de San Diego y Tijuana un perfil de una realidad completamente conectada a la principal contradicción entre el norte, un mundo tecno-globalizado y económicamente fuerte, y el sur, un mundo que lucha por sus propias identidades culturales y globalizado en la pobreza económica. Tijuana-San Diego es un punto donde el sur se encuentra con el norte, donde el centro se encuentra con la periferia, pero un encuentro que se realiza a través de muros y de un mundo de desconexiones.
La frontera de San Diego-Tijuana es la más concurrida del mundo, pero el Tratado de Libre Comercio entre México y Estados Unidos no establece el libre tránsito de sus ciudadanos como sucede en la Unión Europea. Desde el año 1994 han fallecido 2.650 inmigrantes en la frontera en busca de trabajo.
El orden y el caos
San Diego, ciudad durmiente, con su planificación anticipada, determina los trayectos posibles y con ellos las distancias; en Tijuana, ciudad inquieta, caótica y llena de incertidumbres, la elección repetida de los mismo trayectos entre las casas de parientes y compadres, entre las viviendas y los lugares de trabajo, entre cada casa y la iglesia mas cercana, abrió los senderos que dibujaron las calles que luego fueron asfaltadas.
San Diego, una ciudad congelada e inmutable, con edificios impasibles, parques perfectos y caminos trazados la gente no aparece por ningún lado. Una ciudad con imagen fastuosa pero inhabitada. En Tijuana, los grupos de poder sueñan con convertirse en otra ciudad, pero sin tomar en cuenta su realidad, sus entornos de pobreza y criminalidad. Tijuana intenta multiplicar los modelos arquitectónicos tomados del norte: shopping centers, hoteles, cadenas de casas de comida rápida, pero degradados.
Las dos ciudades con sus propias contradicciones, divididas por muros tecnológicos, provoca que, cada una a su estilo, sufra un trastorno patológico de malestar. En Tijuana, los valores de cultura cívica y urbanidad son sustituidos por conductas delincuenciales, auto y heteroagresividad y en San Diego la autoidealización narcisista sustituye a los ideales culturales. Las dos ciudades anulan los sitios de referencia, los lugares de reunión, los espacios públicos, y ello está incrementado a partir de la relación con la patología del límite, consistente en un proceso precisamente de búsqueda del perímetro, del cierre y el control. Este malestar en la cultura fronteriza y su vida cotidiana contribuyen al crecimiento del fenómeno borderline en un ciclo sin fin con una innegable repercusión social
3 comentarios:
oye pero me acabo de enterar que las ciudades hermanas y fronterizas Calexico y Mexicali se llaman asi por el asunto de que como se dice spanglish en ingles e ingleñol en español, ps eso. je.
esto si es importante.
Qué triste, pero qué cierto... yo nací en Tijuana, mi familia vive allá, y no sabes... al leer tu post me sentí aludido a todo aquello que siempre he pensado acerca de la vida en las ciudades hermanas. Ambas aspirando a negar la realidad de sus sociedades.
Hace poco me cuenta mi papá que asesinaron a un socio suyo. Por la mañana, iba saliendo de su casa rumbo a dejar a su hijo de 17 a la escuela y dos coches le detuvieron el paso. Cuando se dió cuenta que intentarían secuestrar a él y su hijo, intentó darse a la fuga y en media persecución los acribillaron con más de setenta balas. Las autoridades barrieron el incidente bajo el ya repleto tapete, y la vida continúa... ahora su familia, como muchas otras de Tijuana, ya vive en San Diego.
Marco gracias pro visitarme, yo no conozco Tijuana, ni tampoco San Diego, pero el leer el reportaje me impacto mucho, por supuesto que escucho historias de lo difícil que es la vida en Tijuana y lo impersonal que se vuelve a ambos lados de la frontera, los temas de urbanismo social siempre me han gustado, pero escuchar historias de personas tan cercanas a esa realidad me proporciona un panorama todavía mas desolador que la cruda narración de un periodista.
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