lunes, noviembre 28, 2005

El peaje de ser feo

La excepción hace la regla

La sociedad, y uno mismo, castiga sin piedad todo lo que se sale del canon
Cuando el inculpado es guapo y la víctima menos atractiva, los jurados se muestran mucho más benévolos que al contrario

MANUEL DÍAZ PRIETO - 27/11/2005Ya sabíamos que si eres feo tienes más problemas para conseguir trabajo, aunque no imaginábamos que incrementase las posibilidades de ser condenado por un jurado. Lo que muestra cómo el estereotipo de belleza física tiene un peso creciente en la cultura actual. Pues, hoy más que nunca, la sociedad penaliza todo aquello que se aparta del canon. Sin embargo, el juez más despiadado suele ser uno mismo, lo que acaba minando nuestra autoestima. Pero si a la condición de feo, añades la de mujer, aún lo tendrás peor. Y si, además de mujer, eres adolescente, cualquier desviación del arquetipo imperante puede comportar resultados devastadores. La primera acepción que el diccionario de la RAE le da al adjetivo feo es "desprovisto de belleza y hermosura". La segunda es "que causa desagrado o aversión". Y ambas, a pesar de la crueldad de la última cuando se refiere a personas, se utilizan con frecuencia de forma indisociable. Pero lo que hoy entendemos por feo se basa más en la premisa expuesta por Dion, Berscheid y Walster hace ya más de 30 años: "Todo lo bello es bueno", enunciaron. Que viene a decir que hemos aprendido a catalogar a las personas como buenas según las pautas que han ido trasmitiendo los medios de comunicación, sobre todo el cine y la televisión, en los que casi siempre están predeterminados los rostros que corresponden al bueno y al malo de la película. Los investigadores sociales coinciden en que los criterios de belleza vigentes responden más a criterios mercantilistas que a modelos de salud y bienestar.

viernes, noviembre 18, 2005

Ecos del fin de semana




Expectativas muchas, imaginación a mil. Pero la realidad supero esta vez mis fantasías. Para comenzar por primera vez maneje un trayecto tan largo, casi 2000 kilómetros ida y vuelta, la sensación maravillosa de la velocidad, y el paisaje mágico que he aprendido a disfrutar cada vez más, -cuando era niño me encantaba viajar en auto con mi papá, que aunque no fueron muchas veces, si las recuerdo con mucho cariño- ahora el conductor era yo, el desierto, contemplar con una mirada renovada y cautivada el paisaje de México, ¡Que grandeza!, que impotencia el pensar el potencial tan grande que espera en cada metro de carretera que recorrí, pero por ahora así esta bien, inmensos tramos de tierra vacía de civilización y ricas en sensaciones y diversidad de vida, ahora que lo escribo quizá no sea tan malo y ahí radique la grandeza de estos lugares.
Cuatro Ciénegas Coahuila, un verdadero Oasis en el desierto, el espectáculo de la naturaleza en el que una vez mas la contradicción con la que siempre me he identificado se hizo presente, en medio del calor abrasador aún en el mes de noviembre, un paraíso de tranquilidad agua y peces, el agua mas transparente que jamás haya visto en estado natural, y yo coexistiendo con miles de peces que solamente viven en este lugar del mundo, agua y tierra, sin formar lodo, viento y fuego, la noche fría y maravillosa del desierto, ahora dentro de una poza de agua caliente, en el cielo, la luna llena y las estrellas, he sentido por un momento que soy parte de todo esto, gracias por permitirme disfrutar esta experiencia, aún conservo la sonrisa en mi rostro tratare de que dure al menos hasta el próximo viaje


martes, noviembre 15, 2005

El Desierto.

Otro fin de semana inolvidable.

Ocho horas y media, casi 900 km, de Aguascalientes al Oasis de Cuatro cienegas en el Estado de Coahuila. Maravilloso lugar único en su tipo, en el mundo entero, solamente visitado en México por gente de los alrededores, y paradogicamente como tantas cosas de nuestro país, por cientificos y turistas del resto del mundo.




"El desierto es el fondo de un mar
ausente. En vez de agua, peces,
huellas de naufragio y formaciones
de coral, sólo hay arena seca, tatuada
y modelada por los vientos.
La mayor idea de masa que puede
concebir nuestra mente es
la pluralidad de sus granos de arena.
Unánimes se aprietan y se apartan,
cambian de forma con la flexibilidad de una nube.
Cada uno de ellos contiene en su interior
otro desierto,
compuesto a su vez de infinitos
e invisibles átomos de arena.
Las dunas son montañas de un día.

José Emilio Pacheco.

jueves, noviembre 10, 2005

Diane Arbus






Diane Arbus
Puerto Rican woman with a beauty mark, N.Y.C.
1965

RAFAEL RAMOS - 10/11/2005
Corresponsal. LONDRES
La Vanguardia España

Darle una cámara a Diane Arbus es como regalar una granada a un niño", dijo una vez Norman Mailer. La sublime crueldad de sus fotografías, retratos estrambóticos de los personajes del Nueva York de los años 50 y 60, es recogida por el museo Victoria and Albert de Londres en la pimera exposición retrospectiva de su obra que se presenta en Gran Bretaña en más de treinta años.

Arbus, que nació en una familia acomodada de Manhattan y acabó cortándose las venas e ingiriendo una sobredosis de barbitúricos, diseccionó la sociedad norteamericana como un médico forense con un bisturí: su arte siempre ha estado envuelto en una especie de curiosidad morbosa. Fotografió a artistas y desconocidos, ricos y pobres, niños y mayores, pero sobre todo a los marginados, los raros, los vagabundos, los enfermos mentales, los discapacitados físicos, los albinos, los travestis, los muy obesos o escuálidos, las prostitutas, los nudistas, los deformes... Quería escandalizar y plantear dilemas morales, y sin duda lo consiguió.

La fotógrafa, víctima de una depresión clínica, vivió y murió prematuramente en una búsqueda elusiva de la verdad. Mujer amargada y obsesiva, el arte la mantuvo a flote durante mucho tiempo, e incluso le permitió momentos de felicidad. Siempre polémica, para muchos cruzó la línea invisible del buen gusto y lo moralmente reprobable en las imágenes de enfermos físicos y mentales, y en las complejas relaciones personales que estableció con algunos de ellos, ya sea por impulso o empatía.

En cualquier caso, la crueldad de Arbus cambió para siempre la historia de la fotografía y sentó las bases del trabajo que después harían Nan Goldin, Nobuyoshi Araki o Joel-Peter Witkin. Ése es también el mensaje de la exposición retrospectiva londinense.

Desde su suicidio en 1971, a la edad de 48 años, se han publicado varios libros con sus fotografías, pero incluso en Estados Unidos las exposiciones han sido muy pocas e incompletas. La retrospectiva del Victoria and Albert es con diferencia la más ambiciosa, con tres grandes salas tamaño biblioteca que, además de esos particulares y duros retratos que diseccionan el Nueva York de los sesenta, profundiza en la vida y en la muerte de Arbus con toda una serie de cartas escritas de su puño y letra, recortes de periódicos y documentos.



Diane Arbus
¡No, no son chabela y su concubino!
King and Queen of a Senior Citizens Dance, N.Y.C.
1970

miércoles, noviembre 09, 2005

sombras

La obscuridad de la noche
ya no me atormenta

Ahora puedo disfrutar el silencio
sin temor a encontrarte
escondido como estabas
en los muebles
y en la pared

Camino sin la inquietud de sentir
una vez mas tu cuerpo
y duermo tranquilo
sin nadie junto a mi
solo

El escondite es tan bueno
que ni yo he podido encontrarme
pero tu presencia ya no pesa en mi
ahora me doy cuenta de mi propio peso
estoy cansado
cansado de cargar tu peso en mi
ligero de cargar solo conmigo

Esperare que amanezca
y buscarè con los ojos limpios
sin làgrimas
a alguien con quien seguir caminando

Quizà hasta el final de mi vida
quizà solo unos pasos
no sè.

lunes, noviembre 07, 2005

No te muerdas la lengua

Quiero escribir tu nombre en mi lengua
y no borrarlo,
con la saliva de tus besos,

Que cada vez que hable
mi aliento tenga que prononciarlo
como un suspiro final
de muerte que nunca llega.

Pero tu nombre es santo y es prohibido.

Sangrará mi lengua y mi corazón
antes de liberar tu nombre
de su prisión enferma
y no habrá posibilidad de borrarlo
porque el beso, nunca llega.

Arde París

"¿Qué puede esperar un ser joven que nace en un barrio sin alma, que vive en un edificio feo, rodeado de otras fealdades, de muros grises sobre un paisaje gris para una vida gris, con toda una sociedad a su alrededor que prefiere girar la mirada y que sólo interviene cuando hay que enfadarse, prohibir?".
François Mitterrand (1916 - 1996), Pronunciada en 1990.



JOSÉ ANTICH - 05/11/2005
Director

Que estápasando en París? Un enorme interrogante sacude estos días a las cancillerías europeas, a la intelectualidad del viejo continente y a la opinión pública en general ante un hecho sin precedentes como es la ola de violencia que se ha desatado, primero en París y ahora parece extenderse por toda Francia. Centenares de coches son quemados todas las noches, miles de policías se declaran impotentes para controlar el orden público, y el duro Sarkozy sufre un estrepitoso fracaso con su plan de policía y mano dura. Desde hace ocho días París se asemeja muy poco a la ciudad que todos parecíamos conocer y ha emergido con fuerza la larvada fractura social,una mezcla desigual de pobreza, delincuencia, paro e inmigración. Estamos pues ante un hecho desconcertante y de una enorme gravedad ante el que cuesta ver una rápida solución y que difícilmente cabe atribuir en exclusiva a bandas organizadas. De ser así sería tanto como creer que un pequeño grupo de delincuentes puede poner en jaque a todo un Estado. Pero cuesta pensar que detrás de la revuelta no hay nadie y que todo es fruto de una explosión juvenil espontánea de sectores marginados. Habrá que seguir con mucha atención la evolución de los graves sucesos franceses porque muchas de las causas del levantamiento no son muy diferentes a las existentes en otros países europeos.




Estos jóvenes no son extranjeros, no son inmigrantes, son franceses venidos a menos, con un destino frustrado por la pobreza, por un entorno social malsano y por una historia que se ha convertido en una desventaja. Son franceses de segunda clase por ser hijos de inmigrantes, por no ser completamente blancos de piel y por no sacar buenas notas.

Apenas un 5% de estos hijos de inmigrantes consigue entrar en la universidad. Los demás se desaniman desde que nacen; algunos salen adelante, otros se dejan llevar por la delincuencia. Saben que no se les acepta, que sus orígenes, su color de piel y su condición no les permitirán acceder a la enseñanza superior ni tener una carrera profesional normal. Como subrayó Begag, "no hay que hablar de integración, sino de promoción". Se integra a los extranjeros; a los ciudadanos franceses víctimas de la pauperización se les ayuda preocupándose de su suerte.
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