viernes, enero 14, 2011

Crónica de un adiós postergado.

Por fin llegó a mí la sensación de despedida contundente. No bastó el mensaje anticipado del corazón en plena madrugada, seguido por la confirmación del celular, no bastó mi tranquilidad, ni mi acto de chamanismo unas horas antes, no bastaron tampoco las miradas de mis tíos y de mis primos que nunca veía para confirmar lo trascendente del momento. Ni la comprobación vívida de la rigidez de un cuerpo frágil, que unas pocas horas antes todavía vi luchando por vivir. Ni siquiera el momento culminante de leer una vez más ante un ataúd solemne con la emoción contenida en la garganta.

Tuvo que pasar el tiempo.

Se ha ido. La casa de mi infancia lo confirma. El lugar donde viví y soñé por treinta años, ahora luce polvoso, y el eco de las habitaciones vacías produce un frío físico y emocional. Es la sensación clara y sin vueltas, de que no tendré un lugar físico para recordar, ya no más. Debo confiar en mi memoria.
Se ha ido, y tardaron en llegar los recuerdos amables y las sonrisas, que cuando llegaron, son sin duda más, y más bonitas que los sufrimientos y los dolores contemplados.

Hace tan poco que la casa se lleno de flores blancas, hace tan poco que el silencio de la habitación vacía tranquiliza los corazones alerta de mi madre, de mi hermana y de mi padre.

Qué las lecciones que teníamos que aprender nos lleguen a todos. Que los sufrimientos actuales de unos y otros encuentren un espacio de reflexión y descanso, y que la poesía que nunca te dije, te llegué también a todos los lugares y a todos los corazones de los que nunca te irás, porque llegaste a ellos para siempre.


Cumpleaños 101.
Hoy pensé en mí
Egoísta la forma de recordarte
Desperté
Inundado de angustia
sintiendo que era yo el que cumplía 101 años
Y seguía
¿Vivo?
Inundado de angustia
desbordado de miedo
de un miedo terrible de seguir
sentado
sólo sentado
solo sentado
y viviendo.
Es egoísta mí miedo.
¿Ya lo dije?
Porque es un miedo mío
Que quiero imaginar en ti
Y me avergüenzo
Porque no puedo saber si estas angustiada
y lo presiento
o si el tiempo que pasas sentada
no es el mismo que mi tiempo
que adivino angustiado en tu encierro
y sólo lo siento
O quizá,
y lo quiero
sigas despertando con cientos de aves
que han velado tu sueño,
aves que cantan, en la paz infinita
de la espera, sin prisas
en la posición serena, natural
de la vela de cera, que se consume digna.
Oj alá
veas sus colores ahora
despojados todos
de los días de duelo
de los días de llanto
no a través del vidrio que acrecienta tu mirada ausente
sino
de la paz
que al tocarme me devuelves
que adivines sus cantos
que no escuches llantos
que sólo sean felices, días de tus cumpleaños.

Escrito desde La Plata, mi segunda casa. 1 de julio de 2010

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