Otoño
En las rojas campiñas del otoño,
dormiré sobre losas oxidadas
soñare sobre dulces hojarascas,
como el niño que duerme en su colchón
Entre risas brumosas por el sueño
gozaré los sonidos del amor
No rogaré por nada, no dudaré más
Pero el peso infinito de su anhelada mirada
quedará para siempre remarcada
En los huecos más profundos del dolor
Y huiré, partiré lejos,
tan lejos
Que a través de las selvas asfaltadas
No quedara siquiera una mirada,
ni una huella,
ni el sudor,
de mi frente desdichada.
Por la calle
Los gritos de angustia del viento que llora
hiriendo las ramas del viejo arcediano
que va tambaleando por entre las calles
sus piernas heridas, ya no pueden mas.
Los gritos de angustia del viento que llora
El muro bendito le tiende una mano
El piso maldito lo hace tropezar
Los seres humanos apenas lo miran
¡Son tantas las cosas en que hay que pensar!
¡Eh! Ese policía por poco lo pisa
Y hasta se molesta, porque de su mente
Lo quiso sacar
Soledad que reina en miles de gentes
que se encuentran un instante
se miran anhelantes
pero bajan la mirada
y siguen eternamente
caminando en soledad.
El mundo soy yo,
El mundo no existe
Los gritos de angustìa del viento que llora
se confunden con mis sueños
que atormentan con su furia
aunque se queden cerradas las puertas de la razòn
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario