GREGORIO MORÁN - 22/10/2005
Escribe en el diario La Vanguardia de España
En el mundo antiguo la amistad estaba muy por encima del amor. Quizá hemos ido perdiendo ese sentimiento fecundo, pletórico de entusiasmo, ajeno al placer y muy distante de los recovecos que exhiben el erotismo, la pasión y todo lo que nos conduce indefectiblemente a lo posesivo de una relación de pareja. La amistad es algo parecido al primer ejercicio solidario del ser humano en su tránsito del animal salvaje al individuo societario. Dicho con brusquedad: la amistad es un estadio de sentimientos donde el sexo no ha volcado su carácter excluyente. El amigo es un pariente voluntario, libre, querido, sin ningún apego a las obligaciones de la sangre que marcan a la familia. Es decir, una relación basada en la libertad. Es posible que sea por esto que la amistad produce un arraigo que supera matrimonios, divorcios, enfermedades y sufrimientos. En definitiva, la amistad es un sentimiento ajeno a la religión y a las relaciones de poder, de sangre o de fe.
martes, octubre 25, 2005
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