jueves, junio 16, 2005

Poesia Hungara

El encuentro que no será
Lázlo Kálnoky*
Traducción de Rodrigo Escobar Holguín y Vera Székács


En vernos más allá no creas.
Ni yo lo creo. En el tiempo infinito
dos veces no se da la misma cosa.
Nuestra oportunidad nula sería.
Todavía puedo sostener tu mano.
Te inclinas sobre mí por ver si duermo.
Pero al final lo oscuro va a tragarse
nuestros rasgos. Entonces ya seremos
el uno para el otro como aquellos
que vivieron en siglos diferentes.
Más ajenos que imágenes de hombre
y mujer, que se ignoran uno a otro
mientras cuelgan en vano de la misma
pared, en el salón de algún castillo
antiguo, donde siempre más espesas
sombras se van colando en la ventana.


*Nació en 1912 en la ciudad de Eger, Hungría del Norte, y murió en 1985, en Budapest. Se graduó en Derecho, y trabajó por varios años como consejero en el Ministerio del Interior, y luego como bibliotecario y editor, en la más grande Editorial de literatura de Budapest. Su primer libro de poemas, Az árnyak kertje (El jardín de las sombras), fue publicado en 1939, y reveló su excepcional sentido de las formas poéticas. Desde 1957 hasta su muerte se dedicó primordialmente a su propia poesía, y vivió de la traducción de poetas clásicos y modernos. Entre los dramas que figuran en su inmensa obra de traductor, está la segunda parte del Fausto de Goethe. Premio Baumgarten en 1947, Premio József Attila en 1963 y en 1972, Premio Robert Graves en 1970. 12 libros de poemas y un libro póstumo. En su poesía vigorosa, de tonos oscuros, plasmada en un lenguaje conciso, de ritmos sutiles, y rica en imágenes a veces alucinantes que brotan de lo más hondo con una nitidez extrema, se manifiesta una visión desilusionada y trágica del mundo, quizá la más trágica de toda la poesía húngara. El dolor de sus tonos seria insoportable sin el humor acerbo que se esconde en el fondo de sus visiones y surge a veces con una fuerza elemental. Fue uno de los poetas de su generación que se libró más pronto de las rimas. Y en su último período se libró de la mayoría de los instrumentos poéticos para crear una mezcla personalísima entre prosa moderna, de lenguaje gris cotidiano, y poesía épica deliberadamente anticuada.

1 comentario:

Unknown dijo...

Tantos nombres que le damos a la vida y una misma hoguera donde se consumen todos los cuerpos, un mismo corazón quemando nuestros pecho, todos con las manos hundidas en la codicia por un día más.

Así nos olvidamos del amor.

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