martes, enero 20, 2004

I

Descubriendo anonadado los colores de la noche,
encuentro que no te temo,
que disfruto del silencio,
de la obscuridad, del vacío.

Podré encontrar poco a poco,
que puedo vivir en la noche más negra y sin embargo,
distingir los matices de tus ojos apagados por el llanto,
disfrutar de los recuerdos de los años olvidados,
y cantar en silencio las angustias resignadas.

Dormir...
No para siempre,

II

El frío de la tristeza me congela,
el aislarme con sonidos huecos,
solo me conecta al pasado que un día disfruté,
solo son sombras,
era algo que ya no existía,
fantasmas del ayer que un día fueron alegría,
pero hoy son bufónes que se burlan de mí.

Mi realidad se desmorona,
el temblor el tiempo,
destruye los edificios cimentados en ilusiones,
en espejismos,
me encuentro en un desierto inexistente,
y no quiero encontrar un oasís seco.



Duda filmica:

¿Es necesario que el mundo de una vuelta,
para mover a dos personas que se deben encontrar?



Hace casi un año...
Esto fue escrito el 27 de marzo de 2003.

El corazón perdido en la obscuridad,
gritaba...
Quería escapar de su prisión
angosta y despiadada.

Y descubrío un día que la prisión obscura
tenía matíces infinitos,
de colores, de aromas, de texturas...

Se enamoró entonces de su prisión,
y contempló por vez primera
que la belleza de su prisión en realidad libertad era.

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