lunes, diciembre 07, 2009

Disfrutar sin trabas





Las cosas que no deben ser escritas, se encontraban por todas las paredes de la ciudad, las voces silenciadas por la intolerancia encontraban eco entre los ladrillos y el marmól frío y lejano, la piedra viva accedía al fin a ser la portadora del mensaje indestructible, que el viento, su portador común, se afana en confundir. Era primavera, y era 1968, la ciudad Paris, el común denominador la esperanza.

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