No puedo decir nada
mi voz se desvanece,
tu grito es más fuerte que mi angustia
y absorbe el sonido que luchaba
por salir de la boca seca y sola
que siempre me acompaña.
Mi voz se ahoga
pletórica de miedo
de dolor se apaga
doblada como hoja que se lleva el viento
huye horrorizada
acosada por tu alarido violento.
Refugiada en los rincones,
aturdida en la obscuridad
siempre callada
que juzga sin piedad
siempre sorda
oído de justicia acusadora.
Ladrones hambrientos,
cansados, escondidos e inocentes
que rompen por seguir vivos
todas las reglas implantadas
y se pierden en las calles
de gente sola abarrotadas
buscando los pasos que olvidaron
en las losas desgastadas
que escupen al azar, desdeñosos
reflejos de farolas indolentes,
cansadas de los días intensos
de sol ardientes
de noches heladas.
jueves, noviembre 12, 2009
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