Con angustia observo
ampollada la plaza
por la descomposición de los seres
que la cruzan sin habitarla.
Las heridas de lenta agonía
se acrecientan y decrecen
con el pasar intermitente
del barrendero triste
de la limpiadora sola
del habitante ansioso
por alcanzar nada,
entes que no habitan
se confunden en el fondo
de fachadas deslucidas
sin memoria,
sin presente.
Prefiero apartar la vista de este suelo ajeno
que me mantiene erguido
y veo hacia el cielo que esperaba azul
y es gris, y es también rojo
y no es infinito y no es azul.
Camino ajeno por la tierra que niego cada día
horrorizado del lodo que ensucia mi falsa pureza
huyo por la noche del campo que no es mío
y en el que por no estar
no me siento libre.
miércoles, septiembre 09, 2009
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