jueves, noviembre 10, 2005

Diane Arbus






Diane Arbus
Puerto Rican woman with a beauty mark, N.Y.C.
1965

RAFAEL RAMOS - 10/11/2005
Corresponsal. LONDRES
La Vanguardia España

Darle una cámara a Diane Arbus es como regalar una granada a un niño", dijo una vez Norman Mailer. La sublime crueldad de sus fotografías, retratos estrambóticos de los personajes del Nueva York de los años 50 y 60, es recogida por el museo Victoria and Albert de Londres en la pimera exposición retrospectiva de su obra que se presenta en Gran Bretaña en más de treinta años.

Arbus, que nació en una familia acomodada de Manhattan y acabó cortándose las venas e ingiriendo una sobredosis de barbitúricos, diseccionó la sociedad norteamericana como un médico forense con un bisturí: su arte siempre ha estado envuelto en una especie de curiosidad morbosa. Fotografió a artistas y desconocidos, ricos y pobres, niños y mayores, pero sobre todo a los marginados, los raros, los vagabundos, los enfermos mentales, los discapacitados físicos, los albinos, los travestis, los muy obesos o escuálidos, las prostitutas, los nudistas, los deformes... Quería escandalizar y plantear dilemas morales, y sin duda lo consiguió.

La fotógrafa, víctima de una depresión clínica, vivió y murió prematuramente en una búsqueda elusiva de la verdad. Mujer amargada y obsesiva, el arte la mantuvo a flote durante mucho tiempo, e incluso le permitió momentos de felicidad. Siempre polémica, para muchos cruzó la línea invisible del buen gusto y lo moralmente reprobable en las imágenes de enfermos físicos y mentales, y en las complejas relaciones personales que estableció con algunos de ellos, ya sea por impulso o empatía.

En cualquier caso, la crueldad de Arbus cambió para siempre la historia de la fotografía y sentó las bases del trabajo que después harían Nan Goldin, Nobuyoshi Araki o Joel-Peter Witkin. Ése es también el mensaje de la exposición retrospectiva londinense.

Desde su suicidio en 1971, a la edad de 48 años, se han publicado varios libros con sus fotografías, pero incluso en Estados Unidos las exposiciones han sido muy pocas e incompletas. La retrospectiva del Victoria and Albert es con diferencia la más ambiciosa, con tres grandes salas tamaño biblioteca que, además de esos particulares y duros retratos que diseccionan el Nueva York de los sesenta, profundiza en la vida y en la muerte de Arbus con toda una serie de cartas escritas de su puño y letra, recortes de periódicos y documentos.



Diane Arbus
¡No, no son chabela y su concubino!
King and Queen of a Senior Citizens Dance, N.Y.C.
1970

1 comentario:

Paganel dijo...

MMMMmmm, su mirada en esas pichurs si se ve medio salvaje, pero da gusto saber que hay personas que son capaces de lidiar con lo que el mundo quiere ignorar..., habrá que echarle un ojo a su trabajo.

Como siempre, lo bueno nunca dura

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