“Absenta… es el afrodisíaco del yo”, le dice Drácula a su enamorada Mina mientras añade agua y azúcar al licor, que parece una nube verde encerrada en la copa.
La absenta o Fée Verte (Hada Verde) la inventó un médico suizo en 1782 mezclando alcohol, un terpeno de nombre tujone, y absenta o ajenjo, planta medicinal que los griegos dedicaron a Artemisa, diosa de la fecundidad. En el XIX era la bebida favorita de escritores y pintores. Hemingway la llamó “alquimia líquida que cambia las ideas”. Unos dicen que Oscar Wilde explicó que “después del primer vaso ves las cosas como te gustaría que fueran, tras el segundo las ves como no son en la realidad, y después del tercero las ves tal como son, y eso es lo peor de todo”; según otros, dijo que “la primera etapa es muy normal, como cuando se bebe cualquier alcohol; en la segunda uno empieza a ver monstruos y cosas crueles; y en la tercera uno ve las cosas que desea ver, las maravillas del mundo y cosas curiosas”. Verlaine le disparó a su amigo Rimbaud, Van Gogh amenazó a Gauguin con una navaja, Wilde estuvo encarcelado por motivos amorosos… Quienes bebían absenta en grandes cantidades sufrían el síndrome del absintismo: hiperexcitabilidad, alucinaciones y espasmos. Eran personas que no seguían las normas sociales; vivían lejos de cuanto no fuera libertad, belleza, verdad y amor, como muestra el filme Moulin Rouge. La relación de la bohemia con la absenta hizo que entre 1912 y 1915 algunos países la prohibieran, entre ellos Estados Unidos y Francia. En 2002 se vende una absenta de menor graduación que la bebida original, y el placer del aperitivo sigue teniendo forma de hada, porque el término castellano vermut procede del alemán vermouth y éste del inglés wormwood, que significa absenta.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
siempre he querido probar el ajenjo. pero deja a sus usuarios ciegos, n'est-ce pas?
Publicar un comentario