domingo, febrero 01, 2004

Este poema esta inspirado en los atardeceres que algunas veces
contemplo en mi ciudad, Aguascalientes.
Existe aqui una elevación cercana a la ciudad que llamamos el
cerro del muerto, porque en el poniente se dibuja como un cuerpo
dormido, donde si usas tu imaginación podrás distinguir perfectamente,
un rostro, torso, manos, y pies perfectamente proporcionados.

8 de diciembre de 1999

Un día desperté, y vi la vida jugando con las aves
allá en el horizonte.
encendidas, de mil colores las veía
Incrédulo de tan grandiosa vista.

Las nubes como hogueras en la noche
marcaban los contornos del cadáver
y mis ojos asombrados ni siquiera parpadeaban
al contemplar las maravillas de las horas que pasaban.

Pero fué un instante tan efímero y pequeño
que llegó de nuevo el gris tan negro
a envolver cons sus sombras aquel día
del que yo me encontraba ya despierto.

Y el frío regresó con sus punzadas hirientes
a burlarse de mi cara y de mis sueños
El despertar fué impactante
para volver de inmediato al gran sueño
de despertar al ocaso de la vida
y contemplar el final con descontento.

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