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Los pies frios
sobre la cara encendida por la verguenza que abraza
sentir los caminos que
sin la ayuda de mi mano has avanzado
deslumbrarme con la esperanza de compartirlos, así
sin hablar,
solo la presencia de la brisa de tu aliento quiere conversar conmigo
pero el pensamiento se niega.
Quizá, los alientos se encuentren en el espacio limpio
sin resentimientos
y entonces allá, podrán proseguir las cavilaciones de antaño
en el justo punto donde un día se quedarón...
sin embargo
ya no las escucharemos...
lunes, abril 19, 2004
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